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¡El Real Madrid arrasa al Alba Berlín en un impresionante espectáculo de baloncesto!

Después de un inicio desastroso, marcado por la difícil adaptación a las bajas de Yabusele y Poirier, así como las despedidas de Sergio Rodríguez y Rudy Fernández debido a la edad, el Real Madrid comienza a mostrar su verdadero potencial en esta temporada. Aún tiene tiempo para demostrar que es uno de los referentes en el baloncesto europeo. La semana pasada, logró superar a los líderes, París y Mónaco, y este jueves, impulsado por un Llull en estado de gracia -20 puntos y cinco triples-, venció con facilidad al Alba Berlín. Así, ha igualado su número de victorias y derrotas en Europa (9), consolidándose en la mitad de la tabla y comenzando a mirar hacia arriba, en dirección al play-in o los playoffs, situaciones que su historia y su estilo de juego exigen. La próxima parada, en el marco de la ACB, será el clásico ante el Barcelona.

No hay contrincante más cómodo para el Madrid que el Alba Berlín, con el que desde hace muchos años cuenta los partidos por éxitos (suma ya 18), equipo con unos guarismos de sonrojo en la Euroliga, ya que es la peor defensa de la competición y el cuarto que menos anota, debilitado ahora también por el traspaso de su pívot titular (Trevion Williams) al Maccabi. Condición de Cenicienta, en cualquier caso, que trató de enmascarar al inicio del envite, pues corría que se las pelaba, transiciones hipersónicas, tiros a la carrera y locura sobre el parquet. Aceptó a regañadientes el Madrid el desafío y, aunque palideció de inicio con los triples de Hermannsson y Delow, Musa pidió la pelota y los flashes, el protagonismo y los puntos, toda vez que 10 de los 13 primeros del equipo blanco salieron de sus manos. Pero para que Musa tocara el violín, Campazzo fabricaba el baloncesto, el constructor que nunca falla, el único que siempre está, el mejor de los mejores. Un dueto que acabó por romper al equipo berlinés, después desgajado desde el extrarradio por Hezonja y Lull. Un vermut de lo más reconfortante (15-28).

No era un partido cualquiera para Llull, que igualó el récord de encuentros en la competición (425) sellado por el norteamericano Kyle Hines -destacó, sobre todo en el CSKA Moscú y Milano-, ya retirado. Para festejarlo, recordó a todos que tiene un talento sobrenatural, que donde pone el ojo pone la bola -por eso es el que más triples tiene también en la historia de la Euroliga (661)-, toda vez que fusiló al Alba desde la periferia. Chof va y chof viene, incluso uno a lo Stephen Curry -mirar al banquillo al soltar la pelota sin esperar a que ésta quedara abrigada por la red del aro-, demasié para el conjunto alemán, un chisgarabís en la temporada para desánimo de su técnico, el español Israel González, ya que también pena en su competición doméstica, decimocuarto de 17 contendientes. Y aunque el Madrid se echó una siesta antes del entreacto porque encajó ocho puntos de carrerilla, los brotes verdes de Hugo González aderezaron el resultado (34-45) y derivaron en un Madrid con sonrisa, lejos de esa versión tan enclenque que mostraba a domicilio en Europa.